jueves, junio 22, 2006
Gigantes indefensos
Cuando tenía como 10 años canté una canción sobre una familia de ballenas cuando me gradué como "pianista junior" o una cosa así. Pero si no se hace nada, esos hermosos gigantes sólo estarán en nuestra mente como simples canciones infantiles.
Japón dice que las ballenas se han convertido en fauna nociva. Da coraje ver que están ganando esta batalla con argumentos tan estúpidos como ese. Enfurece ver cómo se aprovechan de países más pobres para obtener su apoyo. Japón espera nivelar la balanza a su favor. Necesitando un 75% de votos a favor Japón se está valiendo de trucos y argumentos sucios y sin sustento.
Nuestro planeta sufre y mucho. Se termina. Muere. El universo es tan grande y el nuestro un planeta tan pequeño que es increíble cómo somos incapaces de velar por su seguridad. Con cada ballena muerta le estamos propinando un golpe que nunca sanará. El canto de esos mamíferos son gritos desesperados por hacernos voltear la cabeza hacia ese pequeño punto en el océano. Se ha transformado de un canto de vida en un grito de súplica por ayuda.
No podemos ser indiferentes ante tales acciones. No sólo las ballenas; las focas en canadá sufren un destino similar. Los bosques de nuestro México mueren a un paso más que acelerado. Simplemente no concibo la idea de que un grupo de seres (a los que no se les puede llamar humanos) sean capaces de crear tal daño a un ser tan benevolente como ha sido nuestro planeta, nuestra madre. Nos ha permitirlo habitarla con la única condición de cuidar de ella y a cambio sólo nos transformamos en parásitos que se han aprovechado y la han manipulado a su antojo.
Estoy triste... Pero es una tristeza combinada con rabia e impotencia... Hace un par de horas mi cara se humedeció gracias a la ira y el dolor por lo que está pasando. Pero no podemos dejarnos vencer por lo que esto nos provoca. Tenemos que hacer algo pero ya. Por pequeño que sea. Tenemos esa responsabilidad con nuestra madre, porque no sabemos cuántos planetas han sufrido ya el mismo cruel destino.
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