Del jardín al mar III

                    Ayer un botón.

                    Hoy me mira curiosa
                    muriendo de sed.

                                                                                No se si soy yo,

                                                                                los autos en la calle
                                                                                o esa abejita

                    Envié un mensaje
                    escrito en un pétalo.
                    Ya vuela hacia el mar

                                                                                Cerré los ojos
                                                                                cuando llegó el colibrí
                                                                                y escuché su voz

                    Hasta estas rocas
                    las olas me acarician.
                    Mediterráneo.

Del jardín al mar II

                    Nublan mi vista
                    las ardientes arenas.
                    Al fin la veo.

                                                                                Canta para mí
                                                                                ave de la mañana,
                                                                                entre las nubes

                    La flor del jardín
                    que he plantado para ti
                    gotea el rocío

                                                                                Mis pies descalzos
                                                                                sobre la fina hierba
                                                                                húmedos tiemblan

                    Cósmico aroma
                    de las rosadas flores
                    es tu alimento

Del jardín al mar I

                    Ligera al viento
                    aguarda tu llegada
                    la flor que sembré

                                                                          El viento anuncia

                                                                          con un salado frescor
                                                                          que vuelo hacia ti

                     Y las gaviotas
                     hasta mi pecho vuelan.
                     Apacible mar.

                                                                           Entre sus brazos
                                                                           jamás moriré de sed.
                                                                           Pelo de lluvia.

                   El ave duerme
                   bajo la misma luna
                   que la vio llorar.

Décimas

X

El mar al soltar la orilla

se lleva consigo el rencor.

Tu aliento ahora enciende el furor

y extingue la pesadilla.

Sobre la nube amarilla

que oculta una calma fugaz

danzas con semblante voraz.

La euforia comienza a escalar

y me urges por fin a bailar.

Dejaste la tormenta atrás.

Décimas

IX

Cuando contemplo las aguas

por donde navega tu voz

alcanzo a escuchar un adiós

flotando entre luces fatuas.

Violenta y salvaje menguas,

sin un atisbo de bondad,

la fe que dio serenidad

al escollo de mis miedos.

¡Volvamos ya sin recelos

a vencer la mortalidad!

Décimas

VIII

Me aquieto y cierro los ojos

para oír rugir las olas.

Mis tozudas ansias solas

se vuelven solo despojos

¡ay! ante aquellos enojos

de tu agitada tormenta.

Me aquieto y feroz aumenta,

no hay tregua ni tiene piedad.

Pero apelo a mi ingenuidad

para librar la lid cruenta.

Décimas

VII

Hay un aroma en el viento

que aquella costa domina.

Rebelde brisa marina

traes contigo el alimento

que aniquila el sufrimiento.

Y no dejes que se pierda

la esencia que me recuerda

las aguas de un mar distante.

Hogar del ave arrogante

que hoy de mi no se acuerda.

Décimas

VI

Esta silenciosa tarde

te buscaba por la playa.

Pero tras esa muralla

que no salto por cobarde

entre mil rescoldos ardes.

Si desde altamar se mira

el fuego que a tus pies gira

no necesito buscarte.

Me basta, por otra parte,

caer a tus pies en la pira.

Décimas

V

Desde esta playa vacía

intento ver a lo lejos,

sin atender a consejos,

el rostro de la que un día

mi sosiego estremecía.

Quizás el agua disfraza

aromas de piel mostaza

y un sabor que me somete.

Es un rostro que arremete

y hace añicos mi coraza.

Décimas

IV

Intento cerrar los ojos,

pero la impetuosa brisa

del mar gozosa me avisa

que ha arrebatado entre enojos

cabello atado en manojos.

Y lo ha traído consigo

a petición de un mendigo

que imploró con arrebato

y casi como un mandato:

Es su ausencia el peor castigo.

Décimas

III

Esta noche la marea

se ha llevado tus suspiros

guardados en mil zafiros.

Con casto brillo alardea

y en cada ola tararea:

"Los suspiros he robado

y a la sirena he embaucado".

Se burla con descaro el mar.

Y ahora acusa con su cantar

el ruin y cruel atentado.

Décimas

II

En cada grano de arena

que reposa bajo tus pies

escribiré una y otra vez

el nombre de la sirena

que, con una voz serena,

graciosamente me invoca.

Mi amor en tu rostro evoca

la imagen de un ser seductor

causando el feroz estertor

que solo cura tu boca.

Décimas

I

Cuentan que el mar se ha agotado

por cargar con tanto dolor

y no cree tener el valor

para quedarse a tu lado.

Pero se siente obligado

a permanecer a tus pies

y lavar tu rostro tal vez.

Infinita la compasión

de estas aguas sin condición

que no atienden a tu altivez.

Tes mots

Si alguna vez pidiera un deseo
y se cumpliera,
pediría vivir en tus labios.

Y cada palabra que de tu boca saliera
me tocaría con su misma fuerza o ternura...

Las malvadas y ruines,
las amorosas,
las exigentes,
las conciliadoras,
las perversas,
las compasivas,
las crueles y tiernas.

Así que cuidado,
de ti depende
si soy una delicada peca
o una llaga sangrante.

Ingobernable

Dejaste la puerta abierta esta mañana

y ni siquiera dijiste buenos días

para que yo, emocionado y sonriente,

te respondiera buenos días Avecita mía

En cambio saliste de prisa

y yo tristemente te perdía

Batías tus alitas sobre la acera

que agitaban el aire,

te revolvían el cabello

y te elevaban del suelo, de puntitas

De lejos miré tu sonrisa

y admiraba tu arrojo. La osadía

Tu vas me tuer, soltaste fascinada

con tu voz de Avecita

que desde lejos me hechizaba

rapaz, peligrosa y encantadora

Cerré la puerta, muy de prisa

y adorando tu desdén. Tu rebeldía

Bajo el toldo

Una vez bajo la lluvia descubrí cómo el tiempo se puede detener.

Caminábamos en el parque. No sabíamos si correr al kiosco o seguir avanzando. Andábamos a prisa, con lo hombros encogidos, apretando la mano del otro y creyendo que de esta manera el agua nos mojaría menos; pero lo único que ocurrió fue que nuestras manos eran las únicas que no tenían frío.

Llegamos a la esquina, a la tienda de perfumes. El pequeño toldo sobre el aparador sólo alcanzaba para nosotros dos, así que encontramos la manera de acomodarnos entre el agua y el cristal. Teníamos a la vista nuestras opciones: A la derecha el kiosco, que se veía cada vez más lejano mientras la lluvia caía con más fuerza; a la izquierda el camino de adoquines que poco a poco se salpicaba con manchas oscuras. Pronto estaría empapado.

Pasaba el tiempo. La gente corría en todas direcciones: Hombros encogidos, la mirada al suelo y el fuerte deseo de estar en casa. Nosotros teníamos nuestro toldo junto a la tienda de perfumes.

No soltábamos nuestras manos.

El agua salpicaba nuestros pies y nos apretábamos contra el aparador. Nos apretujábamos el uno contra el otro. El olor de su perfume era mucho más fuerte cada vez y las botellitas tras el cristal me miraban molestas. Celosas. Nos juntábamos más.

Un relámpago.

Nos quedamos ahí. Inmóviles y temblando de frío. Apretamos más nuestras manos y detuvimos el tiempo con un beso. 

Frases

"Te busqué tanto y por tantos lugares que al final...
Me perdí a mí mismo."

Mientras no estás

Te busqué en un campo de flores
sin entender por qué no estabas.
En lo profundo de una caverna,
en la más alta montaña y, para ser sincero,
dejé la profundidad del océano para el final.

Si estuvieras aquí no dudaría en saltar.
Salir corriendo y alzar el vuelo.

Si estuvieras aquí enfrentaría la oscuridad.
Lucharía y tal vez no vencería.
Pero lo haría hasta el final.

Dejaría de mirar atrás y al fin estaría bien.
Cerraría los ojos y me dejaría caer.

Si estuvieras aquí...

Mientras tanto, yo mismo sembraré el campo de flores.
Me contarán sobre tí. Las amaré tanto como a tu ausencia.
Mientras no estás aquí avanzaré. Y te encontraré.