Hoy te llamas así.
Definitivamente.
Hoy te vi, ¿sabes? Vi tu silueta a contraluz como muchas veces la vi. Vi tu cabello como hace años. Negro.
Vi tu corona.
Me gusta tu nombre. Se que si tengo una hija algún día jamás la llamaría así, por lo tanto puedes quedarte con el nombre.
Mientras te veía entrar al teatro sentí eso que sentí la primera vez que te vi. Al fondo gritaba una guitarra.
No, no gritaba; chillaba.
Estabas acompañada. No era él. Medías menos que antes. No eras tú.
Reconozco que por un segundo consideré la posibilidad de que estuvieras ahí mismo, en el teatro en el que yo estaba. Reconozco que por un segundo esperaba verte ahí. Aún si eso significaba ver en tu mirada la indiferencia que con los años fuiste fabricando.
Pero ¿sabes qué? No me importaría. Tantas veces he respirado tu perfume que ver tus ojos, tu boca y tu corona desvanecida sería un buen cambio.
Pero ¿sabes qué? No me importaría. Tantas veces he respirado tu perfume que ver tus ojos, tu boca y tu corona desvanecida sería un buen cambio.
A veces no basta con escucharte en mi cabeza: "Quiero un disco de At the drive-in". Y después escribir "Did you trip on your shoelace untied?".
Hoy te vi, McKenzie.
Gracias, me hiciste feliz por un segundo.
It's in the past... And now we toast.
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