martes, diciembre 27, 2011

Insects...

I wanted to write about insects...

What can they tell us?

What , little calliphora hilli, what?

So she spoke to me and said:



- I wouldn't tell you, little man, I woldn't tell you.

- Little man? - I said.

Yes... Little, tiny man, I see. If you excuse me, I've got better and more interesting things to do.
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I wanted to write about insects, but it looks that they're not interested.

domingo, diciembre 04, 2011

I still... Remember...



Ah! The Cranberries. Estaba a punto de poner aquí algo así como "No mamen este es el mejor disco a mi gusto, porque blahblahblah...", entonces pensé "no, no, espera, qué pedo con No need to argue? Y no me digas que Bury the hatchet era malo. Estoy de acuerdo con que Wake up... de repente sonaba un poco babas, pero...", and so on...

Cada vez que me pongo a escucharlos porque me da la gana y no es idea del shuffle es como la primera vez que dije "estos weyes son chingones". Y debe ser porque su música ha estado presente en muchas "primeras veces" en mi vida: La primera vez que me enamoré, la primera vez que mentí, la primera vez que perdí a alguien, los primeros amigos de verdad que tuve...

Ellos no me hacen recordar el pasado, sino que me traen de vuelta un presente que guardo celosamente donde nadie puede encontrarlo, hasta que se me ocurre mostrarlo. Un presente tan lejano como las personas en eĺ. Personas que formaron parte de mi vida, con quienes lloré o compartí risas y hasta moretones. Personas que ahora veo en la calle y, tal vez, saludo sólo con una mirada, como si aquél presente jamás hubiera existido. En su mirada veo que también se enamoraron, que las mentiras no fueron perdonadas porque no era necesario, que compartieron mis pérdidas o que también fui su primer amigo de verdad... Pero ahora somos extraños.

Todo eso.

Estoy seguro de que si vuelvo a poner un video o si sólo escribiera sobre ellos diría exactamente lo mismo.

Y no me importa.

sábado, septiembre 24, 2011

A stray moon.

Viene de aquí.
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Garnita fue llevada de inmediato a la casa de la pareja. La lavaron y le dieron de comer. Ella no podía pronunciar más que dos palabras: "Naneth, ada", mientras sus ojos, vacíos, miraban al frente en un gesto de miedo. Su cabello era largo y rubio, casi platinado. Y su piel blanca sólo estaba manchada por una pequeña marca de nacimiento en forma de media luna detrás de su cuello. Sus orejas eran largas y delgadas.

La pareja nunca había visto algo así con sus propios ojos. Era un elfo.

Se sabía que cerca de Nimbreloth había una pequeña aldea cuya población estaba conformada principalmente de elfos. Pocos los habían visto debido a que casi nadie atravesaba el bosque que separaba a la ciudad de la aldea. Los pocos elfos que salían sólo lo hacían buscando a los comerciantes de Nimbreloth y nunca viajaban más lejos. Una elfo tan pequeña lejos de la ciudad era impensable.

La pareja, Niriel y Berlan, decidieron cuidar de la niña por un par de días. Planeaban viajar a Nimbreloth y preguntar por sus padres. Sin embargo, justo el día de su partida llegaron noticias de Nimbreloth y no eran buenas.

La ciudad llevaba poco más de 7 días siendo atacada. Muchos comerciantes fueron asesinados y las aldeas a sus alrededores fueron saqueadas y destruidas. Nadie sabe con exactitud qué impulsó los ataques, sólo se detuvieron en cuanto todos los comerciantes, entre los que se encontraban varios elfos, habían sido asesinados.

Era obvio que la pequeña elfo había escapado de la masacre y es difícil precisar por cuánto tiempo había estado deambulando sola.

Garnita quedó al cuidado de Niriel y Berlan.

viernes, agosto 19, 2011

¿A qué me sabe mi tierra?

Este cuerpo que quiere dejar de ver con los ojos.

Imagina a ojos cerrados,

sueña.

Y censura al mundo.

Porque la sangre y la peste cada vez son más reales y prefiere;

y prefiere la ficción producida, los retoques y la fantasía que a sí mismo se crea.

Se violenta solo. Se engaña. Falsifica.

Lo real.

Lo infinitamente real.

Lo crudo.

La carne cruda. La carne humana cruda.

La carne humana cruda y comestible.

Satiriza la mentira. Porque se puede.

Y teme, porque también se puede.

Huye del héroe, porque puede.

Porque quiere. Porque debe.

Porque sabe, también sabe. Sabe a fuego, sabe a yerba.

Sabe a pólvora, a tortillas y frijoles. A eso sabe.

A eso sabe. A huesos.

Sabe a tierra. Sabe a tiempo.

Sabe a muchos. Sabe a olvido.

A eso sabe.
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Anoche soñé que la policía me sacaba de mi casa, diciendo que era un criminal. Anoche soñé que cateaban mi casa. Y que me decían criminal. Anoche soñé que iban a matarme.

Anoche soñé que le temía a un uniforme. Soñé que me asustaba un uniforme, no un fantasma, no un perro, no un asesino. Un uniforme.

Y no tenía planeado escribir sobre mi sueño, sólo que mis manos empezaron el trabajo y las dejé terminar.

miércoles, agosto 10, 2011

Cuando el tiempo termine

Si hace cinco días alguien le hubiera dicho a Adam: “Tienes el poder de decidir el destino de un reino entero”, el nunca lo hubiera creído.

Hace una semana Adam iba camino a la escuela cuando, sin previo aviso, un gato blanco saltó sobre su hombro. El gato cayó frente a él y con una mirada profunda en sus oscuros ojos le dijo: “Sígueme”. Adam no preguntó y ni siquiera se extrañó al escuchar al gato hablándole; él siguió la orden como si de su madre se tratase. Siguió al gato a través de una serie de callejones hasta que, por fin, llegaron a una pequeña puerta de madera. La puerta no tenía cerradura, sólo un pequeño cordel.

“Déjame a mí”, dijo Adam al ver que el gato intentaba abrirla. Adam, de alguna manera, sabía lo que debía hacer. Abrió la puerta que rechinaba con cada centímetro que se movía. La puerta llevaba a un corredor oscuro. Adam entró y lo recorrió tocando con las manos las paredes húmedas y frías. Apenas había recorrido algunas decenas de metros cuando pudo percibir un resplandor al final del corredor. Sabía que el camino era recto, así que apresuró su paso para llegar al final.

Quedó cegado en cuanto llegó al otro extremo. La luz era tan fuerte que le tomó un poco de tiempo acostumbrarse, más aún después de haber salido de tal oscuridad. En cuanto recuperó la visibilidad quedó asombrado con lo que vio: Un campo verde que se extendía hasta donde su vista podía alcanzar. Era un verde que él nunca antes había visto: lleno de vida y brillo. Las flores y los árboles también parecían extrañamente diferentes; seguían siendo árboles y flores pero había algo en ellos que escapaba a su propia esencia. Parecían más vivos.

El gato seguía a Adam muy de cerca, hasta que este por fin dijo: “Ya estoy aquí, pero ¿Para qué?”. El gato señaló con la mirada una pequeña vereda que tenía enormes árboles a los lados: “Sigue ese camino, si eres quien me dijeron que eras, no te perderás. Pero si no, tu y yo estaremos muertos para esta tarde. Si llegas al final, pregunta por el viejo Habba, él te dirá lo que quieras saber; hasta entonces no te podré ser de más ayuda”.

Adam estaba impactado por las palabras de ese gato, aunque no se lamentaba por haberlo seguido. Tenía el firme propósito de cumplir con lo que le había pedido. Había mucho miedo en su corazón, pero no pensaba dejarse vencer.

Recorrió los primeros metros sin mucha dificultad, aún a pesar de que cada vez los árboles lo hacían más y más sombrío. Poco a poco el aire se hacía más pesado y le costaba mucho respirar. El calor pronto lo agotó y era muy difícil para él mantenerse de pie. Con la poca energía que le quedaba llegó arrastrándose al final del camino en donde ya lo esperaba una mujer. Le dio de beber y lo llevó hasta su casa, en donde le proporcionó también un traje que le quedaba justo a su medida. Era un largo traje blanco y rojo.

“Habba, ¿Es usted Habba?” La mujer le respondió con un claro no, pero señaló una puerta. Adam entendió que Habba estaba justo detrás.

Entró sin siquiera tocar, impetuoso y eufórico. “¡Habba!”, gritó, pero no había nadie ahí. El gato blanco entró a la habitación, se paró frente a Adam y lo felicitó por haber logrado llegar hasta su casa. Un fuerte viento entró por las ventanas y la puerta, formó un remolino alrededor del gato y lo transformó en un anciano vestido con un traje idéntico al de Adam. Yo soy Habba, fui enviado por el sacerdote Nembros hasta tu mundo. El sacerdote supo que ahí encontraría al heredero al trono de Aliete, este, nuestro reino.

Habba explicó a Adam que 1400 años atrás el rey Gadius había enviado a su hijo a otra dimensión, pues la guerra amenazaba con acabar con su familia; su linaje real, así como su reino se perderían a manos de sus entonces enemigos. Adam vagó durante esos 1400 años pasando de un cuerpo a otro hasta que la guerra por fin terminó. Sería entonces cuando podrían buscarlo y devolverle el trono que su padre le había reservado.

Adam no entendía muy bien lo que escuchaba, pero sabía muy dentro de él que tenía algo más que su vida de escuela y amigos.

“Ven conmigo”, le pidió Habba y lo llevó hasta donde estaba Nembros, un hombre más viejo aún que el mismo Habba. Nembros terminó de convencer a Adam cuando le mostró en una fuente toda su vida y las veces que había pisado el mundo que él creía suyo. Adam se vio a sí mismo en distintas épocas y lugares, hasta que finalmente se vio como un niño de 4 años en la misma habitación en la que estaba parado. “Todo esto es tuyo, eres dueño de todo lo que ves”, le dijeron ambos ancianos casi al unísono. Adam no creía lo que pasaba pero de algo estaba seguro: Era dueño de un reino entero.

Poco tiempo pasó para que Adam sintiera la necesidad de expandir su recién adquirido mundo. Poco a poco arrasó con aldeas y reinos vecinos cuyo poder no superaba al de Aliete. Adam era el dueño de la vida de quienes habitaban en sus tierras.

Nembros le advirtió que sus acciones debían detenerse y se lamentaba en silencio por haber traído a un rey que no estaba listo para gobernar. Temía por el futuro de Aliete. Este, como todos los pueblos que conformaban ese nuevo mundo eran controlados por cuatro dioses. Cada uno de los reinos debía rendirle culto y ofrecer tributos a cambio de su protección. 1400 años atrás un pueblo se reveló y los dioses le dieron el poder a Aliete para poder destruirlo. Ahora Aliete estaba fuera de control gracias a su nuevo rey y Nembros temía que los dioses le hicieran pagar las consecuencias.

Adam no se detenía, poco a poco se apoderaba de cada uno de los pueblos a los que mandaba a su ejército. Finalmente los dioses le pusieron un límite.

Primero destruyeron a su ejército con una tormenta eléctrica tan poderosa que incendió cada uno de sus campamentos. Uno a uno los soldados eran quemados vivos, no podían escapar de la furia de sus propios protectores. Tan pronto el ejército fue aniquilado, los niños de Aliete fueron los siguientes, quienes cayeron enfermos y finalmente murieron. Los padres llenos de ira culparon a Adam por sus acciones y lo obligaron a dar la cara. Estaban dispuestos a asesinarlo con tal de que la destrucción cesara. Pero el daño ya estaba hecho.

Adam temía por su vida. Preguntó a Habba la manera para salir de ese lugar y regresar a su mundo, pero Habba lo obligó a pagar sus errores. Con un hechizo llamó al viento y con su ayuda llevó a Adam al centro del pueblo, en donde todos los habitantes ya lo esperaban. Él gritaba e imploraba perdón. Lloraba suplicando que su vida fuera perdonada, pero en sus ejecutores crecía cada vez más la ira y la rabia contra aquél que debió traer la prosperidad y en cambió sólo trajo muerte.

Lo golpearon salvajemente con palos y antorchas, quemaron y deformaron su rostro. Con un hacha le cortaron la mano derecha. Y seguían golpeándolo para saciar su pena.

Nembros, quien veía desde lejos, sabía que la muerte sería lo mejor que le podía esperar a Adam, así que lanzó un hechizo que lo hizo volver a su mundo, 50 años en el futuro.

Deforme y marcado, Adam volvió a su propio mundo, pero era tal su condición que nadie quería verlo a los ojos. Nadie lo ayudaría. Adam fue condenado a nacer una y otra vez, con las mismas deformidades que sus súbditos dejaron en su cuerpo como recuerdo de la desgracia que su ambición había llevado a su reino. Para Adam sólo habían pasado 5 días y si alguien le hubiera dicho que tenía el destino de un reino en sus manos, jamás lo hubiera creído.

lunes, agosto 01, 2011

De murciélagos a panteras

Animales en mis sueños otra vez.

Me visitaron una pantera y un perro pastor inglés. La pantera era hermosa, de un negro tan profundo que sólo en un sueño podía existir.

La pantera trataba de comerse a un bebé que yo cargaba. Y yo lo protegía. A un niño.

El niño dejó de ser niño. Era un cachorro de león. Y yo me preguntaba para qué lo protegía.

Nunca lo supe.

También gritaba y maldecía a un hombre. La razón de la pantera y el perro. Quería matarlo.

Y sabía porqué.

Eramos parte de lo mismo. Yo quería ser él.

jueves, julio 21, 2011

La dulce luz de la luna.

Me puse a leer un viejo cuentito que sigue inconcluso y se me ocurrió darles un pasado a mis personajes. Comenzando con mi hija mayor, aquí un poquito de la historia de Garnita Lisilmë. Y para no perder la costumbre, está inconcluso.

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A simple vista parece una mujer de 19 años. Sí, una mujer de 19 años. Los caminos que tomas o que te ves obligado a tomar hacen que, tarde o temprano, dejes atrás la niñez, las alegrías, los sueños. No sólo maduras, sino que te transformas. En seres como ella la transformación es inminente, pues su camino no ha sido andado en sólo 19 años. Repito que no es madura, es inteligente, es astuta e incluso ve el futuro sin siquiera poseer la habilidad para hacerlo. Es anciana.

Su tiempo ha visto nacer y morir a muchos de nosotros. Fue semejante a nosotros, con dudas, miedos, tristezas. Muchas tristezas. No conoció a sus padres y fue criada por extraños. Era especial para ellos. Era normal, era común. Para los niños de su edad era divertida; era una amiga. Era diferente y era su amiga.

Desde pequeña mostró habilidad con el arco y los caballos. Era diestra con su cuerpo y lo manejaba tan bien como cualquier gimnasta o peleador; incluso mejor. Bastaba un poco del conocimiento de su madre sobre yerbas medicinales para que ella lo aplicara con la misma eficacia. No parecía un ser humano común.

Y ciertamente, no lo era.

Sus padres la descubrieron deambulando sola en el camino que provenía de Nimbreloth. Estaba sucia y apenas vestida con una capa rota y maloliente. Aparentaba unos tres años de edad y no llevaba nada más que un trozo de papel con su nombre:

Garnita Lisilmë.

sábado, julio 02, 2011

Para Carmen

Estimada Carmen:

Seguramente te extrañará no haberme encontrado esta mañana. Te seré franco: Estoy harto. No me malinterpretes, ha sido increíble el poco tiempo que hemos pasado juntos, pero la vida que poco a poco he adoptado para mí a tu lado me ha resultado tan falta de interés que por fin estallé.

En un principio consideré que caminar a tu lado, tomados de la mano y mirándonos a los ojos durante nuestros paseos eran actos que significarían algo para mí, pero no ha sido así. De un momento a otro me olvidé de lo que significaba escuchar. Me incliné tanto por el aspecto visual de tu vida que los sentimientos que afloraban en mí cada vez que correteaba a solas en el patio de mi última casa comenzaron a desaparecer. Ha sido tan difícil tomar la decisión de irme que no puedo verte a la cara mientras te digo esto. Pero tan pronto mis patas delanteras volvieron a tocar el suelo después de los últimos dos años experimenté una increíble sensación de libertad.

Odié tanto el hecho de que quisieras vestirme. Hablé sólo para complacerte y parece ser que nunca intentaste entender mis necesidades. Todo se trató siempre de ti. ¿Por qué habría de ocultar el hecho de que me rascaba el cuello con los pies mientras no me veías? Era una de las pocas reminiscencias de mi pasado canino. Y lo disfrutaba, en verdad lo disfrutaba. Fue hasta esa cena con tus padres en la que no pude evitar terminarme las sobras de mi plato con la lengua que noté el declive de mi utópica nueva vida. Afortunadamente los anteojos que me pusiste para ocultar mis ojos bicolor evitaban que viera con claridad los juiciosos ojos de tu madre. Aún sigo preguntándome qué extraña sensación me orilló a adoptar tus costumbres. Aunque tal vez el hecho de que mi naturaleza me llevó alcanzar una nueva forma de agradecer a los hombres. ¡Qué otra manera de agradecer lo que hacen por ti que imitándolos! No hay cosa que los vuelva tan orgullosos que algo tratando de transformarse en uno de ellos.

Sin embargo estaba equivocado. Y no pienses que estoy arrepentido, al contrario, ha sido una enorme lección de vida. Se que tal vez nunca me entenderías, pero había algo en mí que me decía que disfrutaba mil veces más esperar dos comidas diarias acostado frente a la puerta de casa que estar sentado durante horas, aprisionado por una apretada corbata, en ese trabajo que me conseguiste. Hice buenas amistades ahí, no lo niego, pero todas y cada una de ellas odiaban tanto su vida que comencé a contagiarme de la sensación. Y no me gustaba.

Por mucho tiempo consideré que ir tras una botella de soda vacía no hacía más que incrementar el poco respeto que ustedes los hombres mostraban ante nosotros. Me vi denigrado. Aún a pesar de que esa sencilla acción lograba sacar una sonrisa de entre los labios de aquél niño de diez años que en ocasiones y a escondidas me permitía dormir en el calor de su habitación.

El sentimiento de inferioridad me hizo mirar hacia atrás. Ya no necesitaba más correr tras una pelota ni orinar en el patio trasero. Ya no lo quería. En una de esas ocasiones en que mis ojos miraban por debajo del portón a la gente de afuera alcancé a percibir un hermoso olor. Eran como galletas. Levanté la mirada y entre los barrotes observé a la mujer que me haría intentar trascender mi naturaleza. Abrazaba a un hombre. Pues bien, en ese momento lo decidí: Dejé de ser un perro.

Mis primeros intentos por encajar sólo generaron risa y burla de parte de quienes me daban techo. Yo nunca lo entendí; por más que me esforzaba ellos sólo miraban, extrañados, mis inútiles intentos por imitar su voz. Una vez incluso grabaron mis aullidos. Recuerdo escucharme triste una vez que los pusieron en el reproductor. Era frustrante. No lo acepté más y huí.

Debo decir que no fue tan fácil como aprender a andar sobre mis patas traseras. Eso lo ejercité durante mucho tiempo en la penosa tarea de ganarme un bocado extra de las sobras de la casa. Sin embargo, un día que mordisqueaba bolsas entre la basura un hombre se acercó a mí, sujetaba una escoba en una mano y un cigarro en la otra. Me golpeó casi hasta el cansancio, gritando que me alejara del lugar. Fue así como mis aullidos poco a poco se transformaron y grite al hombre: “¡Ya basta!”.

Lo último que recuerdo del incidente fue verme en el otro extremo de la esquina, golpeado a tal punto que era irreconocible. Fue entonces cuando el olor a galletas volvió y aquella mujer me llevó a casa. Desde entonces juré que nunca más volvería a caminar en cuatro patas, pues es así que viví toda mi vida y lo único que recibí fueron burlas y golpes. Le conté mi historia a la mujer y poco a poco nos volvimos tan cercanos que terminamos planeando una vida juntos.

El resto, Carmen, lo conoces. Sin embargo no fuiste muy diferente a ellos y yo, gracias a mi naturaleza canina, confundí el sentimiento de gratitud con el del amor. Los confundí tanto que me negué a mi mismo. Pero no más; para mí ha sido ya suficiente. No daré más vueltas a esto, Carmen; lo que estás pensando es real. Dejé de ser un hombre. No te preocupes por mí, sabré arreglármelas.

Una vez más, Gracias.

Peter.

viernes, junio 17, 2011

Caminitos de hormigas...

... Los han visto?

Si es así han tenido, al menos, tres cosas en la cabeza:

1- Mmmhhhg... Hormigas

2- Genial, las pisaré/mataré/exterminaré/molestaré

3- ............................................


Lo que yo siempre pienso cuando veo un caminito de hormigas es lo tercero. Me les quedo viendo y las sigo hasta dar con el hormiguero. A veces me sorpendo de su tamaño y a veces sólo pienso: "Otro hormiguero bajo las piedras".

Muchas veces he escuchado eso de "me siento tan vacío/vacía", "No se qué hacer", "Ya estoy grande", "Creo que no he hecho nada importante", "Tengo x años y no he hecho nada de mi vida".

Y siempre les respondo con una pregunta: "¿Cuándo fue la última vez que te detuviste a ver un camino de hormigas?". Generlamente se quedan callados y después o me dicen que a qué viene la pregunta o de verdad piensan detenidamente para responder "no me acuerdo".

Cuando los seres humanos "crecemos" nos olvidamos de esos pequeños detalles del mundo que nos sorprendían cuando eramos niños. Cuando "crecemos" lo damos todo por hecho. Dejamos de cuestionrnos las cosas y pensamos "así tiene que ser".

Que mierda de personas somos. No es necesario un camino de hormigas, puede ser una hoja de árbol en forma de "algo", un gusano caminando o hasta un gato comiendo. "Crecer", "madurar", eso no significa desaparecer del mundo, sino estar todavía más presentes y formar parte de él, no sólo vivir encima de él.

Cuando podemos deternos a ver cosas tan insignificantes como un camino de hormigas (que, de hecho, es todo menos insignificante) sabemos entonces que podremos apreciar mejor el macrocosmos en el que vivimos. O al menos podemos encontrarle un sentido real, más allá del simple hecho de decir "Oh! mi mundo importa!"
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Y aún así hay gente que le tiene miedo a eso. Como si perderse en un mundo pequeño fuera a desviarlos de un mundote en el que de por sí ya estaban pardidos.

Existencialismo de tres pesos!

jueves, junio 09, 2011

Here goes nothing...

Una tarea para la clase de inglés que al final no entregué y escribí otra cosa. La autoconfesión en ese momento significaba vulnerabilidad innecesaria.

2006 dice ahí en la esquina superior derecha.
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Maybe I should stop crying, keep walking with no turning back. I should smell the stink of what I've done and be proud. Even if I'm ashamed. I do know that I can do evenmore that that.

I want to get lost in two black eyes, before and after their loss of shine. Lick them frenetically as a hungry crowd, because in that hunger lies the relief of a broken heart. But with that eradication of pain, surely more hearts will be broken... But I... I really don't care. Now I can take care of myself and no one else.

I'm but a gross simulation of a man, busy only in being a simple and better human being more than that single man.

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Y se quedó como a medias. Como se que esa libreta algún día se perderá en algún lugar mejor lo paso acá.

martes, abril 12, 2011

Sirena del arroyo

Hacía tiempo que quería publicar esto. Hace años lo publiqué en el fotolog, pero esa cosa ya murió. A partir de este texto fue que empecé a notar que las historias sobre la infancia de mi padre podían ser fuente de ideas para escribir; de modo que "Sirena del arroyo" fue una especie de detonante para notitas cortas que después se transformarían en "Así tal vez me cure".
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28 de Abril, 1948.

Como todos los días, a las seis de la mañana, me dirigía hacia el establo del abuelo César a recoger la leche para el desayuno. Pocas veces decido tomar el camino corto ya que el arroyo generalmente deja el paso lleno de lodo y es difícil caminar sin ensuciarse. Esta vez pasé por ahí por un impulso que me condujo directamente a uno de muchos pequeños charcos. No lo noté hasta que mi pie se hundió hasta el tobillo en el suave fango.

La desgracia habría sido menor de no ser porque al quedar atorado perdí el equilibrio y caí de frente, enterrando mis brazos y con ellos mi camisa blanca. Mi madre no me lo perdonaría, por lo que decidí hacer algo al respecto antes de llegar así con el abuelo, pues estaba seguro de que también me reprendería.

Me desvié del camino para tratar de lavar las mangas de mi camisa en el agua del arroyo. Estaba a punto de llegar cuando escuché, no muy lejos, una voz de mujer. La voz era dulce y cálida y cantaba una suave melodía; cantaba muy bajito, casi para sí. Me acerqué con cautela y al sentirme cada vez más cerca me oculté entre la hierba para ver a quién pertenecía la voz. Asomé los ojos sobre el zacate y entonces la vi; una mujer joven, de unos 20 o 21 años. Estaba hincada a la orilla del arroyo, con el torso desnudo y lavándose el cabello. Parecía una sirena a los rayos del sol matutino. Estuve observándola durante varios minutos hasta que por fin se fue y yo me percaté de que tenía que llegar al establo. Llegué con el abuelo, con las mangas llenas de lodo.

7 de Mayo, 1948.

Empezaron las celebraciones para Nuestra Señora de los Angeles. En el centro del pueblo se pusieron ya los puestos de canicas y tiro al blanco. Ayer quedé con Joaquín y Manuel de ir un rato y ver quién era el primero en sacarse un premio. Mientras caminábamos entre unos puestos de comida giré la cabeza para saber qué vendían y entonces, sentada en una mesa, junto a dos mujeres mayores, apareció de nuevo la sirena del arroyo. Algo pasó y es que al intentar girar la cabeza de nuevo simplemente no pude. No pude dejar de observarla. Hasta que la voz de Manuel me sacó del trance en el que había caído. Esa tarde perdimos el tiempo en la plaza con Carmen y Sofía, por lo que nunca llegamos al tiro al blanco.

13 de Mayo, 1948.

Es la última semana de la feria del pueblo. Joaquín y Manuel fueron hace dos días al tiro al blanco y se ganaron unas pistolas de ligas que le dieron al hermano de Sofía. Esta vez llegaron a mi casa para que yo los acompañara pues querían probar sus habilidades contra mí. Ellos decían que tenía que acompañarlos pero yo no tenía muchas ganas de ir pues había estado ocupado todo el día en el maizal de la casa. La verdad tenía ganas de ir pensando en que tal vez me encontraría a la sirena de nuevo y podría verla, pero no. Mi cansancio me inutilizó por completo.

16 de Mayo, 1948.

Hoy fue la fiesta para terminar las celebraciones de nuestra Santa Patrona. La plaza estaría llena de gente pues iban a quemar cuetes y un muchacho del pueblo sería torito de fuego. La idea de volver a encontrarme una sirena entre los puestos no era algo que estuviera en mi mente ese día. Llegamos a la plaza mi mamá, mi abuelo y yo. Prendieron el torito y todos los niños a su alrededor corrían para que los persiguiera.

Levanté un poco la mirada y del otro lado, entre el humo de los cuetes, apareció otra vez la sirena. Ella se reía, aplaudía y les gritaba a los niños que jugaban que no se acercaran tanto al fuego. Finalmente el torito se apagó y la gente se arremolinó en la plaza para ver los cuetes en el cielo. La perdí de vista.

Un par de horas más tarde mi madre y mi abuelo decidieron que era hora de irnos. Eran casi las 11 de la noche. Se adelantaron y yo caminaba atrás de ellos cuando de pronto se detuvieron, corrieron de regreso y me jalaron con ellos.

“¡El Matías está borracho otra vez y anda pegando tiros!”, gritaron. Volteé la mirada. Matías ya no disparaba, lo tenían agarrado. Pero la sirena estaba tirada en el piso. Tenía sangre en el pecho. Las mujeres que la acompañaban la otra vez lloraban junto a ella. Ella ya no cantaría.

19 de Mayo, 1948.

Me levanté antes que de costumbre para ir por la leche. Traje conmigo las últimas páginas de mi diario. Me fui por el camino corto para pasar por el arroyo. Me acerqué al lugar donde la vi por primera vez y estuve sentado ahí varios minutos, recordando la canción y el sonido del agua escurriendo de su cabello y volviendo al arroyo. Hice un agujero en la orilla y enterraré estas últimas páginas.

Llegaré con el abuelo, con las mangas llenas de lodo.

viernes, abril 08, 2011

Inner runner

When that heart stopped I knew it was time for me to come. Hard to believe, but it is real. Such greatness in one single moment, and then, all I can see are those brilliant lights showing me a path so narrow I just feel lazy and turn around.

I'm just watching at the darkness behind me and this white face appears all of a sudden. It is smiling with those yellow teeth crawling out of its mouth. Neither man nor woman. Just a face, bald, old and wrinkled.

Where do you came from? I ask. But it says nothing. It's opening the mouth. It is so open that all I can see are hundreds and hundreds of fangs. It is so open I can step inside and walk trough that smelly and wet corridor.

When that heart stopped I knew it was time for me to come.

I wish I could have wings, you know, so I can fly through your body and go up and down. But I don't have wings, all I have got is a pair of horse legs and all I can do is run in circles in the depths of your lungs. What else can I ask for?

And as I go deeper and deeper into that abyss of flesh and bone I come to a group of dancers. They're dancing over a pond. They're headless you know? And the only light in that pond comes from the fire on the tip of their fingers. Those were enormous tongues of fire, so hot that my face got burnt. It was your belly, I think. There's no place in the world as hot as the belly of a woman.

I can't say the same about your back... I wasn't allowed to go there. I couldn't fit inside, it was very small and thight.

Then a question rushed through my head. Did that heart really stopped? Maybe I shouldn't be here right now. Not right now.

Then it came a sound. It was so intense my ears started to bleed. It was like a thunder. I decided to run, to run as far as this horse legs could run. So there I was, finally standing in the middle of the ocean. And the sound came again. I had nowhere to run. I was standing there, and this white hand came from the bottom of the ocean and took me apart. It crushed me into millions of bloody pieces.

I'm laughing now. Allowed or not, now I'm part of that ocean inside of you. And we can't do anything about it. I'm dissolved in the water. And its warm.

Maybe it is the pond in your belly.

miércoles, marzo 23, 2011

Este se llama Airplane...

Crack-ups en los bolsillos?

Retro!
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Una vez conocí a una chica.

Que sabía volar.

Yo giraba la cabeza al cielo para verla pasar.


Un día

voló muy lejos...

... Y nunca más la volví a encontrar.




Años han pasado y el cielo volvió a brillar.




Tengo un libro bajo el brazo que gustoso le podría obsequiar.

Sin embargo yo no se en dónde ella piensa aterrizar.





Así que espero sentado,

tal vez frente a mi puerta

se venga

a

estrellar.

sábado, marzo 19, 2011

Era, señor, una estrella...

Mire... Le contaré una historia, señor. ¿Le molesta que lo llame señor? ¿No? Me alegra, porque no lo haré de ninguna otra forma; de hecho es la única forma que se me ocurre, así que tendremos que lidiar con eso.

Decía que le contaré una historia, señor. Es la historia de una estrella. Una estrella que brillaba igual que las demás, con los mismos destellos, el mismo tono pálido en su superficie, los mismos extremos filosos y el mismo gusto por el helado. Sólo que como todas tenía su propio aroma y su propia mirada. No era especial, sólo era diferente... Tan diferente como todas las demás.

Le cuento, señor, que hace algunas noches se cayó de su puesto y escuchó de cerca un deseo. Uno que no se suponía que debía escuchar pero, en fin, se cayó y no hubo remedio. Era uno de esos deseos susurrados que sólo existen para tranquilizar el alma de la gente, pero no aspiran a transformarse. Aunque el potencial lo tienen. Lo escuchó y dudó un poco. No, dudo mucho, mucho. La estrella sabía que debía permanecer en su puesto, que era contra toda regla cumplir deseos susurrados. Pero hacía tanto que no cumplía un deseo que se sentía aburrida, triste y hasta cierto punto inútil. Nadie ha visto jamás una estrella desidiosa y ella no pensaba ser la primera. Así fue, señor, como la estrella se decidió.

Una noche, tan igual como las demás, bajó rebotando contra las nubes y cayó de cara al piso. Buscó por todos lados la voz que susurraba el deseo, sin mucho éxito. Pasó varios días deambulando entre callejones oscuros y correteando mariposas por campos verdes y amarillos; a veces olvidando su propósito, pero volviendo animada a la búsqueda cada vez que un cosquilleo en la oreja le decía para qué había bajado. No bajó para corretear mariposas, bajó para cumplir un deseo.

Debe saber, señor, que al cabo de unos días escuchó claramente el deseo, como si esta vez se lo susurraran directo en la barriga. Las estrellas, señor, escuchan mejor con la barriga, es una habilidad que obtuvieron cuando se dieron cuenta de que los oídos a veces transforman las palabras y terminan escuchando lo que quieren escuchar.

Así la estrella siguió a su barriga. Caminaba curiosa sin percatarse de nada más que el susurro hasta que descubrió que, sin darse cuenta, caminaba sobre un piso de tierra y la niebla abrazaba poco a poco el camino. Estaba asustada, pero decidida. Allá arriba había un lugar que, si no cómodo, era un lugar que había ocupado los últimos años de su vida, después de que la ascendieron de lucero. Había pasado tanto tiempo y había olvidado cuántos deseos había cumplido desde entonces. En realidad, señor, la estrella dudaba haber cumplido más de dos, tal vez tres, pero de ese tercero ella comenzaba a dudar si realmente existió.

Finalmente llegó a una casa vieja con el bailoteo de una luz atravesando por la ventana, una vela casi apagada que se movía por capricho del viento. Asomó sus ojos por el filo de la ventana y observó a un grupo de ratones que masticaban pedazos de galleta sobre la mesa. Los ratones la vieron, pero siguieron con la dura tarea de devorar las galletas. Entonces escuchó la voz de los susurros, fuerte y clara. No susurraba, no esta vez, sino que hablaba para sí mientras atravesaba las puertas de la casa. Era un niño pequeño, de esos que suelen jugar con el vapor que se acumula en las ventanas convirtiéndolo en un lienzo donde todo puede pasar.

La estrella, señor, lo miró con atención. ¿Este niño pidió el deseo? Se repetía. Parece tan feliz. Un niño como él no puede pedir un deseo de semejante naturaleza.

- Por eso lo susurraba, no quería que lo escuchara nadie.

Fue un susto tremendo, señor, la voz que escuchó de repente la estrella, quien volteó para todos lados buscando el origen.

- ¡Eh! ¡Tú! Aquí abajo.

Era uno de los ratones. Como era común en esta parte del pueblo, los ratones podían fácilmente meterse en asuntos que no les correspondían. Era un don o algo así.

- Sabe que va a morir, pero no quiere hacerlo como todos. Quiere que signifique algo para él. Quiere ser feliz, pero sabe que su felicidad lastimará a muchos. Por eso no quiere que le escuchen.

Señor, la estrella estaba muy confundida, pero ella también tenía un deseo y sabía lo fuertes que pueden ser. Sabía que nadie podía hacer nada cuando alguien desea, es contra toda regla. Su deseo era cumplir con su trabajo como estrella, era cumplir el deseo susurrado que tanto tiempo dio vueltas en su cabeza. No podía hacer nada al respecto.

Y era terrible.

Creía ser una especie de demonio. Pero simple y sencillamente era una estrella, como todas.

Con un deseo.

Pasó varios días, señor, observando a ese niño. Lo veía comer, lo veía jugar, lo veía reír y lo veía llorar. ¡Cuántas veces lo habrá visto llorar! Para ella no era dificil permanecer quieta asomada a la ventana. Era lo mismo que hacía allá arriba. Permanecer quietecita y casi sin moverse de su posición. Tantos años hizo lo mismo.

Y ahora, por un descuido, todo dio vueltas y vueltas.

Un día no lo pensó dos veces y fue donde el niño jugaba con un montón de tierra.

- ¿Qué haces?

- Nada. Dijo él, que no veía una estrella, sino a una niña con las mejillas todas rojas por el frío de ese día.

- Conozco tu secreto. Tu deseo.

El niño cambió de color y los cabellos de su nuca se erizaron, pero no por el frío. El niño, señor, sonrío como nunca lo había hecho. Para chicos de su edad es difícil ocultar las cosas. Son valientes y un poco tontos. Observó a la estrella y asintió con la cabeza.

- Me atrapaste. Hace tanto tiempo que lo deseo. Sólo quiero ser feliz cuando todo termine, sea cual sea el final.

Ya no era una niña. En sus ojos, aquel niño pudo ver un resplandor que nunca en su vida había visto. Sabía que no era una niñita de mejillas rojas. Era parte de su deseo cumplido.

- ¿Estás seguro?

- Sea cual sea el final.

- Trece gotas de saliva y un par de botas negras.

- Así podré morir de sed o de cansancio.

- Pero feliz.

- La sed y el cansancio nos indican que el camino valió la pena, ¿no?

- No lo se. Yo sólo cumplo deseos.

miércoles, marzo 16, 2011

Perfect Blue - Omoide Ni Dakarete Imawa

Ser otro... Diferente ser... Nos volvemos grises y aparentes.

A veces me pasa que le doy la vuelta a la realidad de muchas formas... O bueno, ya no; pero desde el fin de semana volví a hacerlo. A veces escribía, escuchaba música o simplemente dormía por horas, hasta el punto de abandonar mis obligaciones...

Algunos desean ser otro, algunos desean otras vidas y así...

itami sae kanjirarenai ikikata erande'ru
...y elegir una vida en la que no pueda sentir dolor


He tenido el coraje para tomar ciertas decisiones, aún a pesar del dolor que me generan a mí o a los que me rodean. También he sido lo suficientemente cobarde como para no tomarlas por temor a ese dolor. A veces sólo duele y ya. A veces es tan intenso que creemos que vamos a morir. A veces sólo queremos morir.

omoide ni dakarete ima wa okubyou ni natte
Por culpa de mis recuerdos, justo ahora, me vuelvo cobarde...

Pero no lo hacemos; algo nos retiene. Sabemos muy dentro de nosotros que siempre habrá tiempos mejores. Algunos se impacientan y otros deciden esperar... Esperar... Esperanza... La siempre traicionera y maliciosa esperanza...

No reparaba en estas cosas cuando vi por primera vez esta película. He cambiado, he evolucionado... No se si madurado, pero soy otro. Inevitablemente.

Aún recuerdo cuando era un tipo de 19 años que no sabía qué diablos hacer con su vida, que parecía que cada vez se hacía más corta y un día, entre lágrimas, se dio cuenta de que vendrían tiempos mejores... Recordó a su familia y los llamó para que lo rescataran... Era joven, tonto y sin experiencia en absolutamente nada. Ni siquiera en lo que los jóvenes de su edad ya eran expertos... En fin. Decidió que lo mejor sería convertirse en otro y lo hizo durante mucho tiempo y de distintas formas; primero como un juego de nerds y después como una forma de vida... Aún sigo transformándome en muchos, no sólo en el teatro... Sólo Jah sabe cuánto extraño al nerd!

Vuelvo a sentirme como antes... Con esas ganas de escribir tonterías. Cosas como esta que van de un tema a otro y soy sólo yo quien las entiende completamente.

Así está bien.

Así estaremos bien...

lunes, marzo 14, 2011

Dreaming my dreams

Imposible... Improbable... Increíble... Insensato...

Dieta de sensatez durante tres días y de vuelta a casa... Dieta de alimento porque el refrigerador esta vacío, porque la estufa está fría y el apetito desaparecido. A dieta y agradecido por un viaje que inicié con dificultad, zozobra y expectación, pero que finalmente deseé que no terminara.

You knew my ideas when they were in my head
They were my secret evening plans
Wine then bed then more then again, wine then bad then more then again

- Hola, soy Carlo...

Welcome to reality, what a bitch... Cada vez que viajo (o viajamos, porque no creo que sólo me pase a mí) la realidad se vuelve un poco nebulosa. Depositados en otro entorno somos diferentes porque nos adaptamos de otra manera, nuestros sentidos se agudizan y se entorpecen tantas veces al día que actuamos con total libertad de ser y hacer. Yo vi y sentí tantas cosas que al final la realidad era un hilito de sangre asomando por el horizonte, crepúsculos los llaman unos, a través de la ventana del autobús y mientras más tiempo pasaba, más pequeño se hacía. Bastó con que durmiera un poco para que me despertara a golpes diciendo que nunca desaparece, sólo se hace pequeña.

- Ya llegamos...

Describir este viaje sería muy diferente a describir otro por la sencilla razón de que este estuvo lleno de sensaciones, aromas, lágrimas y deseos cumplidos, graciosamente, a medias. Si hubieran sido imágenes más claras bastaría con decir que los cielos eran azules, amarillos o morados y el viaje estaría descrito. Pero no... Los cielos eran de colores que no se decidían a ser y los aromas eran suaves y dulces. Los sonidos y la palabras viajaban por el aire con tal fuerza que marcaban nuestros rostros apenas rozándolo un poco, o con tanta calidez que era necesario pedirle al viento que nos las llevara de nuevo a los oídos.

Las fotografías servirían y mucho, sin embargo creo que tengo algunas de las mejores fotografías que he recolectado en un viaje. ¿Qué mejores fotografías que las experiencias y vivencias que se acumularon en tres días?

¿Que mejores fotografías que sentir el tacto de la gente real?

Compruebo una vez más que nuestro trabajo realmente vale la pena para aquellas personas que lo sienten en carne propia. Nunca olvidaré ese rostro y esos ojos quemados por el sol del semidesierto, esas manos duras y fuertes estrechando mis manos urbanas y esas lágrimas extrañas que no sabían cómo salir mientras me decían: "Sentía que era yo... No se... No se... Que bonito lo hicieron... No se... Sentía que era yo". Sigo escuchando con curiosidad las críticas a nuestro trabajo mientras sonrío y asiento tímidamente con la cabeza, sabiendo que nunca será tan malo como la gente desea que lo sea. Y aquél hombre de campo me ayudará siempre a reconocer con humildad mi trabajo y el ajeno. "Era usted señor... Éramos todos", le respondí entre lágrimas y con la voz entrecortada. Se fue, di la media vuelta y en un abrazo solté a llorar.

- Gracias.

Me reconocí, reconocí mi origen aún lejos de mi tierra. Me encontré de nuevo con la amistad y volví a conocer personas por la necesidad de conocerlas de nuevo. Personas reales y, si no ausentes de, sí con pocas ataduras. Pude ser yo sin escuchar prejuicios sobre mí. Pude ser yo al hablar, al caminar, al dormir... Al reír y al llorar... Enteramente yo como casi nunca lo hago.

- Me da miedo...

Nuevamente me he transformado...

All the things you said to me today
Changed my perspective in every way
These things come to mean
Too much to me