Hace tiempo leí en una revista, creo que una Shirase, sobre Shin Takahashi. Mencionaban más que nada sus trabajos y colaboraciones, pero no profundizaban mucho sobre ellos. Lo que sí hicieron fue darle especial atención a su más reciente trabajo, en aquél entonces: Saikano.
Saikano o Saishuu Heiki Kanojo (最終兵器彼女), traducida por acá como "Mi novia, el arma definitiva" es un manga que habla sobre el amor, noviazgo, relaciones de pareja, juventud, adolescencia... Sí, como muchos otros. Lo que llamó mi atención en aquél momento fue que se trataba de un seinen, algo que andaba buscando desde hacía rato, pues ya había leído un montón de otras cosas y necesitaba cambiarle. El artículo venía acompañado de algunas imágenes que me intrigaron bastante: Trazos sencillos, un estilo de dibujo si no realista, al menos no era caricatura.
Pasó el tiempo y me encontré de repente con el anime. Era hora de echarle un vistazo. Lo primero que vi fue el trato que les da Takahashi a los personajes. Por supuesto que son estereotípicos, sin embargo la manera en que están manejados los hace lo suficientemente creíbles como para olvidar que estás viendo anime. Para ser una serie de escasos 13 capítulos el ritmo es lo suficientemente pausado como para seguir la historia poco a poco sin aburrir. Los animadores se tomaron ciertas libertades como para no hacer necesario leer el manga para entender la historia, pero la escencia de la versión impresa se mantiene en todo momento.
Finalmente Editorial Vid tuvo la buena idea de publicar el manga. Fue la última publicación de la que compré todos los volúmenes, pues sus 7 tomos me hicieron muy fácil seguir comprándola. Lo intenté con Monster, pero la falta de dinero y su extensión me obligaron a desistir. Ya no me compraba mangas con el dinero de mis padres.
Y aquí fue donde me hice fan de Saikano. No fueron las batallas, las armas ni la guerra lo que me atrapó, fueron sus protagonistas y todo el universo que existía entre ellos. A diferencia de un shoujo, Takahashi maneja muy bien los momentos de tensión, drama y romance. Ese balance es algo que cualquiera agradece.
La historia se desarrolla en una pequeña ciudad de Hokkaido durante una guerra entre Japón y un enemigo aparentemente extranjero (o una coalición extranjera) del que no se hace mayor mención. Sin embargo su presencia es parte fundamental de la historia.
En medio de esta guerra aparece la historia de Chise y Shuji, dos estudiantes de tercer año de instituto que, gracias a un atrevido movimiento de Chise, comienzan una relación.
Chise es el estereotipo de la niña torpe, enamorada de Shuji, pero tímida y callada. Es debido a esa timidez que comienza a escribir un diario en el que escribe todas las cosas que no le puede decir a Shuji en persona. Este diario cobra bastante fuerza en la versión animada.
Shuji, por su parte, es un estudiante promedio, bueno en los deportes y con un cierto atractivo para las chicas. A Chise le cuesta trabajo acercarse a él al principio, no por una actitud prepotente de Shuji, sino simplemente por su carácter extrovertido y hasta cierto punto despreocupado.
Hasta aquí las características comunes a cualquier manga/anime. Lo que me gustó mucho fue el uso de las metáforas en el manga y que se mantienen, hasta cierto punto en el anime.
Estamos ante una historia llena de secretos; secretos dolorosos, todo en medio de una guerra contra un enemigo desconocido. En primer lugar la lucha de Shuji por apoyar a Chise aún sin saber qué es lo que pasa en la mente de ella. Durante los primeros capítulos Chise pasa de ser una niña torpe y callada a una niña no sólo torpe, sino que se va debilitando poco a poco por razones hasta el momento desconocidas.
Y por el otro lado está Chise quien, después de por fin lograr uno de sus desafíos más grandes (hacerse pareja de Shuji) un día despierta con un secreto que decide arrastrar con ella con tal de proteger y hacer llevadera la relación con Shuji.
La guerra de Japón es un reflejo de la guerra que ambos personajes han comenzado entre ellos. Una agencia del gobierno japonés secuestra a Chise y, después de una serie de experimentos (de los que tampoco se hace gran mención) la convierten en el arma definitiva que podrá defender a Japón de ese enemigo desconocido. Un enemigo desconocido con el que Chise tendrá que lidiar prácticamente sola. Chise no sabe qué pasará si confiesa a Shuji lo que le ha ocurrido, empieza ahí también su guerra personal.
Lo que le ocurre a Chise es que su cuerpo ha sido violentado, mutilado, transformado por un hombre a quien ella ha llegado a conocer muy bien. Este hombre está representado por Kawahara, jefe del proyecto que convirtió a Chise en un arma y que se ha convertido en una figura siniestramente paterna para Chise.
Las heridas psicológicas que ella ha sufrido tras los experimentos con su cuerpo se hacen visibles con una cicatriz en el pecho casi infantil de Chise.
¿Cómo le dice a su pareja que su cuerpo ha sido violentado de tal manera? Tras un bombardeo en la ciudad, Shuji descubre a Chise parada en medio de los escombros, con la mirada perdida y las cicatrices en su cuerpo, en forma de un enorme cañón en su brazo y un par de alas metálicas. Todo comienza a cobrar sentido para Shuji.
Aquí es donde el manga me atrapó definitivamente. Shuji hará todo lo que esté a su alcance para que Chise olvide lo que han hecho con ella, cosa que a lo largo del manga va siendo cada vez más difícil y termina decidiendo sólo ayudarla a sobrellevarlo. El daño en ella no tiene arreglo.
Chise poco a poco va siendo devorada por lo que le hicieron en el pasado, al grado de no pensar ya en el bienestar de los demás. La convirtieron en un arma, amargaron sus mejores momentos y los demás tendrán que pagar las consecuencias.
Con el tiempo y gracias a Shuji, Chise logra sobreponerse del daño que le hicieron, sin embargo nada de esto fue gratis. Chise tuvo que sufrir mucho para al fin darse cuenta de que el futuro entre ella y Shuji es más brillante que toda esa amargura que ha guardado durante tanto tiempo.
El final entre el manga y el anime es distinto, sin embargo la interpretación que se puede dar es muy similar. Las ciudades, países, la humanidad misma y todo al rededor de Chise y Shuji queda destruído, sea por un desastre natural o por Chise misma. El único sobreviviente es él.
El universo entre ambos queda reducido a sólo ellos dos. No existe nada más y esto es acentuado por el fondo blanco en las últimas escenas. Por supuesto que no hay nada más, cualquier problema en su futuro lo afrontarán el uno al lado del otro. Chise ha logrado destruir la barrera que no le permitía ser feliz a lado de Shuji. Ha logrado destruir el pasado que tanto dolor le causaba y ha dejado atrás a todos aquellos que le hicieron daño. Sólo quedan ellos dos.
Las metáforas en este manga son profundamente bien elaboradas. Están pensadas para que no nos demos cuenta de lo que realmente le ocurrió a Chise y pensemos en que sólo es un experimento del gobierno con un cañón y alas metálicas pero, ¿qué hay más allá? ¿Qué hay cuando quitamos todos los adornos a la historia? Queda una historia descarnada con una pareja de chicos que tienen que lidiar con un pasado lleno de heridas.
Y es por eso que Saikano es mi manga favorito, lejos de Evangelion que no busca metáforas, sino que lanza tiros y tiros al aire buscando pegarle a algo. Saikano muestra la humanidad de los personajes realizando la operación inversa, despojándolos de su humanidad, volviéndolos máquinas.
Pasó el tiempo y me encontré de repente con el anime. Era hora de echarle un vistazo. Lo primero que vi fue el trato que les da Takahashi a los personajes. Por supuesto que son estereotípicos, sin embargo la manera en que están manejados los hace lo suficientemente creíbles como para olvidar que estás viendo anime. Para ser una serie de escasos 13 capítulos el ritmo es lo suficientemente pausado como para seguir la historia poco a poco sin aburrir. Los animadores se tomaron ciertas libertades como para no hacer necesario leer el manga para entender la historia, pero la escencia de la versión impresa se mantiene en todo momento.
Finalmente Editorial Vid tuvo la buena idea de publicar el manga. Fue la última publicación de la que compré todos los volúmenes, pues sus 7 tomos me hicieron muy fácil seguir comprándola. Lo intenté con Monster, pero la falta de dinero y su extensión me obligaron a desistir. Ya no me compraba mangas con el dinero de mis padres.
Y aquí fue donde me hice fan de Saikano. No fueron las batallas, las armas ni la guerra lo que me atrapó, fueron sus protagonistas y todo el universo que existía entre ellos. A diferencia de un shoujo, Takahashi maneja muy bien los momentos de tensión, drama y romance. Ese balance es algo que cualquiera agradece.
La historia se desarrolla en una pequeña ciudad de Hokkaido durante una guerra entre Japón y un enemigo aparentemente extranjero (o una coalición extranjera) del que no se hace mayor mención. Sin embargo su presencia es parte fundamental de la historia.
En medio de esta guerra aparece la historia de Chise y Shuji, dos estudiantes de tercer año de instituto que, gracias a un atrevido movimiento de Chise, comienzan una relación.
Chise es el estereotipo de la niña torpe, enamorada de Shuji, pero tímida y callada. Es debido a esa timidez que comienza a escribir un diario en el que escribe todas las cosas que no le puede decir a Shuji en persona. Este diario cobra bastante fuerza en la versión animada.
Shuji, por su parte, es un estudiante promedio, bueno en los deportes y con un cierto atractivo para las chicas. A Chise le cuesta trabajo acercarse a él al principio, no por una actitud prepotente de Shuji, sino simplemente por su carácter extrovertido y hasta cierto punto despreocupado.
Hasta aquí las características comunes a cualquier manga/anime. Lo que me gustó mucho fue el uso de las metáforas en el manga y que se mantienen, hasta cierto punto en el anime.
Estamos ante una historia llena de secretos; secretos dolorosos, todo en medio de una guerra contra un enemigo desconocido. En primer lugar la lucha de Shuji por apoyar a Chise aún sin saber qué es lo que pasa en la mente de ella. Durante los primeros capítulos Chise pasa de ser una niña torpe y callada a una niña no sólo torpe, sino que se va debilitando poco a poco por razones hasta el momento desconocidas.
Y por el otro lado está Chise quien, después de por fin lograr uno de sus desafíos más grandes (hacerse pareja de Shuji) un día despierta con un secreto que decide arrastrar con ella con tal de proteger y hacer llevadera la relación con Shuji.
La guerra de Japón es un reflejo de la guerra que ambos personajes han comenzado entre ellos. Una agencia del gobierno japonés secuestra a Chise y, después de una serie de experimentos (de los que tampoco se hace gran mención) la convierten en el arma definitiva que podrá defender a Japón de ese enemigo desconocido. Un enemigo desconocido con el que Chise tendrá que lidiar prácticamente sola. Chise no sabe qué pasará si confiesa a Shuji lo que le ha ocurrido, empieza ahí también su guerra personal.
Lo que le ocurre a Chise es que su cuerpo ha sido violentado, mutilado, transformado por un hombre a quien ella ha llegado a conocer muy bien. Este hombre está representado por Kawahara, jefe del proyecto que convirtió a Chise en un arma y que se ha convertido en una figura siniestramente paterna para Chise.
Las heridas psicológicas que ella ha sufrido tras los experimentos con su cuerpo se hacen visibles con una cicatriz en el pecho casi infantil de Chise.
¿Cómo le dice a su pareja que su cuerpo ha sido violentado de tal manera? Tras un bombardeo en la ciudad, Shuji descubre a Chise parada en medio de los escombros, con la mirada perdida y las cicatrices en su cuerpo, en forma de un enorme cañón en su brazo y un par de alas metálicas. Todo comienza a cobrar sentido para Shuji.
Aquí es donde el manga me atrapó definitivamente. Shuji hará todo lo que esté a su alcance para que Chise olvide lo que han hecho con ella, cosa que a lo largo del manga va siendo cada vez más difícil y termina decidiendo sólo ayudarla a sobrellevarlo. El daño en ella no tiene arreglo.
Chise poco a poco va siendo devorada por lo que le hicieron en el pasado, al grado de no pensar ya en el bienestar de los demás. La convirtieron en un arma, amargaron sus mejores momentos y los demás tendrán que pagar las consecuencias.
Con el tiempo y gracias a Shuji, Chise logra sobreponerse del daño que le hicieron, sin embargo nada de esto fue gratis. Chise tuvo que sufrir mucho para al fin darse cuenta de que el futuro entre ella y Shuji es más brillante que toda esa amargura que ha guardado durante tanto tiempo.
El final entre el manga y el anime es distinto, sin embargo la interpretación que se puede dar es muy similar. Las ciudades, países, la humanidad misma y todo al rededor de Chise y Shuji queda destruído, sea por un desastre natural o por Chise misma. El único sobreviviente es él.
El universo entre ambos queda reducido a sólo ellos dos. No existe nada más y esto es acentuado por el fondo blanco en las últimas escenas. Por supuesto que no hay nada más, cualquier problema en su futuro lo afrontarán el uno al lado del otro. Chise ha logrado destruir la barrera que no le permitía ser feliz a lado de Shuji. Ha logrado destruir el pasado que tanto dolor le causaba y ha dejado atrás a todos aquellos que le hicieron daño. Sólo quedan ellos dos.
Las metáforas en este manga son profundamente bien elaboradas. Están pensadas para que no nos demos cuenta de lo que realmente le ocurrió a Chise y pensemos en que sólo es un experimento del gobierno con un cañón y alas metálicas pero, ¿qué hay más allá? ¿Qué hay cuando quitamos todos los adornos a la historia? Queda una historia descarnada con una pareja de chicos que tienen que lidiar con un pasado lleno de heridas.
Y es por eso que Saikano es mi manga favorito, lejos de Evangelion que no busca metáforas, sino que lanza tiros y tiros al aire buscando pegarle a algo. Saikano muestra la humanidad de los personajes realizando la operación inversa, despojándolos de su humanidad, volviéndolos máquinas.
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