Vi tu sombra a contraluz
como siempre danzando.
Con mirada salvaje
me acechabas celosa.
Era tu rabia un ritual
en el que cautivado
y por propia voluntad
moría ante la diosa.
Espèce de bâtard
gritabas con disgusto,
o asco, da lo mismo.
Y brillabas hermosa.
Porque es lo que tú eres,
la insensible hechicera.
Pero eres igualmente
mi avecita amorosa.
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