viernes, febrero 03, 2012

Esa hora.

Esa hora en que no se si es de día o de noche. Esa hora en que mis párpados se cierran, pero mis ojos no sueñan. Y me doy cuenta de que los sueños no aparecen por ningún lado, sea de día o de noche, ya sea que duermo o estoy despierto, los sueños no aparecen.

Esa hora del día en que no se si vengo o voy. En que sólo estoy, como detenido en el tiempo.

Esa hora en que observo cómo pasan las horas, los días, las semanas, los años. Y el reloj no avanza. Y la alarma suena sin parar. Pero el reloj no avanza.

En que mi cuerpo se cansa y duerme. Mis deseos despiertan y no los veo. Se van, vuelven y se ocultan. Y no los veo.

En que me hace falta, me haces falta. Esa hora del día en que me hago falta. Esa hora en que no se si me busco o me abandono y me pregunto cuánto duran las ausencias. Porque de ausencias, de abandonos, me construyo. Busco fuerza en los olvidos, placenteros, en los olvidos. En los olvidos donde te imagino. Donde te veo. A tu cuerpo de mujer, a tu cuerpo de olvido.

Es esa hora donde no te tengo, donde no te quiero, donde no te busco, donde se que te encuentro, donde no te deseo. Es esa hora donde no deseo, donde no sueño; pero creo, tal vez muero.