miércoles, agosto 01, 2012

Keep it clean


It's alright...

Sí sabías que a veces lo que más nos duele es lo que más dentro de nosotros guardamos, verdad? Que a veces no dejamos que se vaya, por mucho que duela, verdad?

Sí sabías que a veces nos morimos de miedo de tan sólo pensar que ese recuerdo o sensación podría irse para siempre, verdad?

Si no lo sabías no importa, quizás eres de esos afortunados que no se preocupan por tonterías como estas. Pero no me malinterpretes, de aquellos que sí lo hemos hecho, no a todos nos gusta revolcarnos en el dolor. Sólo digo.

Hace un par de semanas, en el taller de Diego Piñón, me di cuenta de que el dolor también me construye. Se que sin mis miedos, sin mis profundos temores, no sería la persona que soy ahora. Sin lo que me hace rabiar desde lo más profundo no existiría cómo existo en este instante. Ni siquiera estaría escribiendo aquí.

Hay miedos que podemos sacar de nosotros y podemos crecer muy bien sin ellos, pero hay otros enraizados tan dentro y tan reconocidos por nosotros que no sabemos lo que seríamos si no estuvieran ahí. No sabemos si podríamos seguir avanzando porque no tendríamos idea de hacia dónde hacerlo. Son esos miedos que nos empujan y nos obligan a seguir caminando. Avanzamos así duela o no porque en algún lugar muy dentro de nosotros creemos que el dolor no puede ser eterno y algún día desaparecerá... Algún día.

Y sí... "Algún día" llegará, pero estoy casi seguro de que será más tarde que temprano.

Puta fe.

Pero somos inteligentes, sólo que no lo sabemos. Seguramente en muchos momentos del día esa fuerza para arrancar ese profundo dolor aparece como chispas imperceptibles, pero estamos tan perdidos en el mundo que no las veremos jamás. Sí, somos inteligentes y algo ahí dentro nos dice en todo momento qué y cómo podemos arrancar tal o cual cosa con el único fin de evolucionar poquito a poquito. Sólo que el mar exterior es tan inmenso y nosotros flotamos tan bien en su superficie que bueno, ¿Para qué sumergirse en la oscuridad cuando el sol es tan cálido y brillante?

Sólo digo.

Entonces cerré mis ojos y me puse a pensar... Bueno, en realidad ni siquiera lo pensé, sólo ocurrió. Si esos miedos, si ese dolor, si esa indignación no pueden ser arrancadas pues entonces qué diablos, dejemos que salgan, que se asomen.

Si son parte de mí entonces que existan. Si me han construido a mí pues entonces yo también puedo construir con ellos. Sería estúpido pensar que son más fuertes que yo sólo porque las raíces son profundas. Al contrario, yo les di las raíces, yo decido.

Yo decido que aún si no me canso de mis algún días no tengo porqué tomármelos tan en serio. Tal vez ellos son esas raíces profundas de todo lo demás. Las raíces no siempre se ven y cuando lo hacen sólo son pedazos. Y llenos de tierra.

Pues que ahí se queden.

Alguna vez yo mismo me enterré. La tierra era tan húmeda y fría que me dolieron los pies y dejé de sentir un dedo.

Gracias Interpol por hacerme divagar otra vez.

Vuelvo a leer esto y es como si hablar de temor o indignación o lo que sea fuera cualquier cosa. Pero yo hablo de lo más profundo, de lo que le da sabor a nuestra sangre, los dolores ancestrales, impresos en los genes. Así de oscuro puede tornarse ahí abajo y por eso da tanto miedo desprenderse.

Es lo que nos acerca tanto a nuestro lado animal. Lo que me ha apasionado tanto de unos meses para acá.

Pero eso es otra cosa, creo. No se.

No, no se.

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